jueves, 29 de octubre de 2015

Un adiós con olor a hasta luego

Este adiós comenzó a tejerse a los 32 días de habernos conocido Z. Fue exactamente al cerrar la puerta de tu furgoneta un domingo de resaca emocional y de mucha melancolía mientras conducía de nuevo a Madrid.
Ese encuentro no buscado que resultó ser el momento en el que yo te vi como jamás esperé haberte visto nunca, me ha acompañado hasta hace dos meses, y que ahora se volvió a activar al volver a tenerte entre mis teclas y entre mis telarañas.
El recorrido fue el mismo, pero esta vez el dramático final se adelantó a todo lo que ya había aprendido, superó la barrera de la razón, se instaló en los nervios adolescentes de volver a verte, y acabó en tu rincón favorito de mi corazón. Pues eso, algo fulminantemente letal.
Entre mi realidad de estar empezando a andar y mi realidad de tenerte que decir adiós, huelo un hasta luego.
Un hasta luego de emergencia que camuflo en el adiós, o ¿es el adiós que se camufla en un hasta pronto?