En este año volvió O, se quedó 3 meses, y con sus formas habituales se fue, y menos mal.... Porque con mi habitual incapacidad de decir adiós hubiera aguantado sus palabras navaja hasta que una bocanada de aire del trópico me hubiese inundado.
Un mes antes de beberme a O en la canción final del concierto de Bebe apareció H, con su negrura y su luz, y fue el mejor viaje al aeropuerto del mundo. Todavía cuando paso por la T1 me viene su color de sudadera a la lengua, y sus besos a los ojos...y su risa al corazón. Vio mi ropa de invierno, mi furgoneta, mi garaje, mis calles, mi fundación, mis compañeros, mi tienda, mi casa, mi sofá, mis escaleras y mi cama, con la canción peor elegida para este amor como banda sonora de "4 horas para enseñarte mi vida". Es como cuando aprendes a montar en bici y deseas que tu padre te mire. Así es... Así fue... y así se fue... Como siempre con promesas no cumplidas y con mensajes esperanzadores cuando ya no hay esperanza. Y no pasamos noche-vieja de tequila y techos, y me hice la digna, adiós en silencio H.
Cuando me recuperé de O2 y de H, seguí encontrando. Y vi a N, a lo lejos, borroso y con ojos limpios.Y me descolocó muchas cosas, y me abrazó tan fuerte después de echarle de mi casa, y me pidió el teléfono al echarle V.2 para que no me viera hacer la maleta, y me recordó su nombre al acompañarme a la tienda de fotos, que ahora comparto mi vida con él. Con N, me siento deshinchada, me mantiene alerta y me escucha como nadie. Me he inventado la lupa más grande del mundo y no dejo de estar detrás de ella. Sinceramente, N es como un adolescente, y no veo ningún futuro, no es el hombre de mi vida, pero es el hombre de mis días, así que me estoy desintoxicando del amor romántico y viviendo en mi montaña rusa de "quizás cuando se haga hombre me rindo a sus pies", pero mientras tanto jugamos a querernos y no nos hemos separado, porque nos cuidamos tanto...