-“Te quiero mucho, más que la trucha al trucho, como decía mi abuelo”. (Metí esa coletilla para sonar más divertida). La verdad que he estado pensando que no sé porque me contengo, porque me contengo todo el rato, cada vez que lo pienso luego voy y me callo.
- Pues no lo hagas, ¿lo haces porque piensas que me puedo cansar?, no lo hagas, cuanto más mejor y cuando mejor más. (Empezaste a hacer bromas repitiendo esa frase, supongo que para sonar más divertido también, o no). Eres un tesoro.
- Eres un regalo caído del cielo, mi regalo, bueno mejor que caído del cielo, salido de la tierra.
- De la tierra charra.
- Si, como un champiñón.
Te quedaste callado y pensativo.
- ¿Que te pasa charris?
- Nada que hoy he hecho mucho ejercicio y me duelo todo el cuerpo como a ti ayer.
- No te entiendo, bajas muy rápido del mundo del amor a la tierra, demasiado rápido y me quedo como que no entiendo nada, desorientada, no sé si estoy arriba o abajo.
- Será que siempre estoy ahí.
- ¿Ahí dónde?
- Ahí sintiendo eso, cuando uno siente eso está más feliz, da igual lo que pase alrededor, es como si todo te la resbala, tú estás bien, porque tienes ese sentimiento.
- No te entiendo, ¿ese sentimiento?, ¿porqué hablas en general?, no entiendo lo que quieres decir.
- Pues ese sentimiento que se tiene, que te provoca esas cosas.
Me puse muy triste, y se me humedecieron los ojos, pero sólo un poco.
- Me pone triste que me hables tan en general.
- No se, es lo que sentirá la gente, todo el mundo en general.
- Pero no entiendo.
- Bueno, sabes que soy torpe hablando, no me sé explicar bien, soy torpe.
- Vale.
Me levanté, hacia un rato que tenía ganas de hacerlo, pero no quería parecer maleducada, y me puse de pie. Le di un beso.
- Te he enviado un mail.
- Vale!
Salí y cerré la puerta del despacho con una pizca de despecho.