domingo, 31 de mayo de 2020

A punto

D, en una terraza con su té, ha empezado a hablar algo que dice que le pone muy triste. Digo “que dice” porque nunca le ha cambiado el rostro, nunca. Podría estar relatando las instrucciones de uso de una lavadora recién comprada, la cara seria la misma. Pero hoy ha pasado algo extraordinario, se le ha arrugado toda la cara, pero no con arrugas de esas que denotan experiencia, eran pliegues, eran el resultado perfecto de intentar contener las lágrimas con todos sus músculos de la cara, y movía rápido la cabeza como diciendo “fuera, fuera!”. Y de repente he visto cómo por primera vez estaba a punto de llorar. Ha sido la ternura que todo lo cura. Por fin le he visto. 

-Me ha encantado esa cara que has puesto.
-Ves, no soy tan robot cómo te piensas.
Le he abrazado y me he sentido más cerca de él que nunca.
-Yo tengo muchos sentimientos dentro.

¿Lo se, pero porqué ahí escondidos? Y, ¿sabes?, verte ha sido precioso, no sé porqué me privas de tanta belleza. 



viernes, 10 de abril de 2020

La trucha y el trucho

Y después de tragarme una buena dosis de series para chicas, me quedé tan aliviada con uno de los finales, que me decidí a hacerlo. Me levanté de la cama y fui al despacho, allí estabas con mis cascos de publicidad barata iluminado por la pantalla de ordenador, muy guapo, demasiado quizás, pero iba decidida a hacerlo, y me quedé allí de pie al lado, me miraste, me retorcí, me sonreí, y mi pelo se balanceó al ritmo de mis caderas, suavemente, y abrí los brazos, entendiste enseguida lo que quería. Te resististe un poco, pero al final alejaste la silla del escritorio y me dejaste sentarme en tus rodillas. Es donde mejor me siento, ahí sentada, con los pies colgando. Y seguí con mi plan del principio, era el motivo por el que estaba ahí sentada. 
-“Te quiero mucho, más que la trucha al trucho, como decía mi abuelo”. (Metí esa coletilla para sonar más divertida). La verdad que he estado pensando que no sé porque me contengo, porque me contengo todo el rato, cada vez que lo pienso luego voy y me callo.
- Pues no lo hagas, ¿lo haces porque piensas que me puedo cansar?, no lo hagas, cuanto más mejor y cuando mejor más. (Empezaste a hacer bromas repitiendo esa frase, supongo que para sonar más divertido también, o no). Eres un tesoro.
- Eres un regalo caído del cielo, mi regalo, bueno mejor que caído del cielo, salido de la tierra.
- De la tierra charra.
- Si, como un champiñón.
Te quedaste callado y pensativo.
- ¿Que te pasa charris?
- Nada que hoy he hecho mucho ejercicio y me duelo todo el cuerpo como a ti ayer.
- No te entiendo, bajas muy rápido del mundo del amor a la tierra, demasiado rápido y me quedo como que no entiendo nada, desorientada, no sé si estoy arriba o abajo.
- Será que siempre estoy ahí.
- ¿Ahí dónde?
- Ahí sintiendo eso, cuando uno siente eso está más feliz, da igual lo que pase alrededor, es como si todo te la resbala, tú estás bien, porque tienes ese sentimiento.
- No te entiendo, ¿ese sentimiento?, ¿porqué hablas en general?, no entiendo lo que quieres decir.
- Pues ese sentimiento que se tiene, que te provoca esas cosas.
Me puse muy triste, y se me humedecieron los ojos, pero sólo un poco. 
- Me pone triste que me hables tan en general.
- No se, es lo que sentirá la gente, todo el mundo en general. 
- Pero no entiendo.
- Bueno, sabes que soy torpe hablando, no me sé explicar bien, soy torpe.
- Vale.
Me levanté, hacia un rato que tenía ganas de hacerlo, pero no quería parecer maleducada, y me puse de pie. Le di un beso. 
- Te he enviado un mail.
- Vale!
Salí y cerré la puerta del despacho con una pizca de despecho.