miércoles, 29 de abril de 2015

Todos están muertos

A las 22.23 suena el teléfono, es C y la doy mil gracias por esa casualidad.

Después de una visita de 32 horas de mis padre estoy rendida, perdida, hundida, agotada... Y menos mal que sabe de todo lo que hablo porque así no tengo que esforzarme más. Algunos temblores de voz y unas pocas palabras bastaron para que me entendiera. Menos mal que tengo tantas y tantos así... Y lo poco que las/los uso con lo bien que me entienden.

Hoy he vuelto a mi núcleo, ese que arde y sólo quiere avanzar y avanzar y aunque tropiece, se estampe, o se aplaste, no se para. Huye hacia adelante y yo con él.

También hablo con C de mi cobardía, yo la defino así. Ya no soy la que era. En este intento de dominar mis emociones, y en este intento de intentar entender que si me dejaste de esa manera D no era YO el único problema... En este intento mi fuerza (la buena, la bonita, la pasional, la que me hacía defenderme con garras y dientes, la que tu me acabaste de dar, D) se está diluyendo en un mar calmo por fuera y con corrientes profundas por dentro.

Acabo escribiendo a Z: "Pues va a ser que si que estás frío..."
Me lío, me retracto, lloro, pido perdón. Y en fin... Ni la Yo de ahora ni la de antes... Y así no se puede... No se puede...

Me reconforta pensar en "Todos están muertos"...

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